Vino: cómo se elabora

El vino no es más que zumo de uva que se ha dejado fermentar. Esta es la única similitud entre todos los tipos de vino del mundo. La base de cualquier vino son las uvas. No obstante, cada tipo de uva prefiere su propio clima, necesita un terreno diferente e incluso se cosecha en un momento distinto.

Los ingredientes

Se necesitan cuatro cosas para producir vino: tierra, sol, uvas y vinificación (el proceso de elaboración del vino). La calidad del suelo es de suma importancia para el éxito del vino, pero no de la forma que cabría esperar. El mejor terreno para que las vides prosperen es un suelo seco. El sol es el factor más impredecible de los cuatro mencionados. Cada año hay que esperar para ver cuántas horas de sol habrá. Tanto si el sol brilla demasiado como si no brilla lo suficiente, ambos casos podrían ser desastrosos para el crecimiento de la uva.

El sol se encarga de que el azúcar de la uva se desarrolle correctamente. Un poco de lluvia no hace daño. Sin embargo, cuando el tiempo es demasiado lluvioso y húmedo, es posible que el desarrollo de enfermedades de la planta pueda arruinar las uvas. Por otra parte, si el sol brilla con demasiada intensidad, podría quemar las uvas y, como consecuencia, el vino se agriaría.

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El proceso

El método para producir vino es bastante simple. Para el vino tinto, se cosechan las uvas, se llevan a la bodega, donde se despalillan y se limpian de impurezas. Tras este proceso, las uvas se introducen en un tanque con levadura para que fermenten. Después de la fermentación, los hollejos o pieles de las uvas se separan del vino joven.

La mayor diferencia en cuanto a la producción de vino blanco es que el mosto se separa inmediatamente de los hollejos cuando se prensa por primera vez. Después de un breve periodo de tiempo, el vino blanco empezará a fermentar.

Durante la fase de fermentación, se puede añadir azúcar para aumentar el porcentaje de alcohol. Durante la fermentación se libera dióxido de carbono, lo que hace que los hollejos de las uvas suban a la superficie. Los bodegueros bombean para romper el «sombrero» y hacer que los hollejos y el mosto/vino estén en contacto.

Cuando se ha completado la fase de fermentación, se realiza el trasiego para clarificar el vino. A continuación, el vino (tinto y blanco) pasará varios meses envejeciendo en barricas. El vino blanco solo necesita un par de meses de crianza para estar listo para el embotellado. El vino tinto, por su parte, requiere entre 18 y 24 meses de crianza antes de ser embotellado.